paula díaz
Martes, 20 de marzo 2018, 21:14
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70 alumnos y 5 profesores del Instituto de Enseñanza Secundaria El Pomar realizan, en bicicleta de montaña, desde el pasado martes y hasta este viernes, 23 de marzo, la V Ruta de los Castillos, organizada por dicho centro educativo.
La ruta les lleva por un bello recorrido, a través de cañadas reales, cordeles y veredas, y por un conjunto de pueblos de su entorno más cercano. Jerez de los Caballeros, Burguillos del Cerro y Medina de las Torres, son poblaciones que forman parte de esta interesante experiencias, todas estas localidades presididas por un interesante castillo medieval y que, de forma totalmente altruista colaboran con este proyecto cediéndonos sus instalaciones, destaca Vicente López, profesor de Geografía del citado Instituto quien junto a su compañero José Manuel Carrón, viene coordinando esta actividad.
Este proyecto nació hace 4 cursos y se ha consolidado para años sucesivos, con el objetivo principal de salvar el escalón existente entre lo que es la docencia puramente teórica, que es lo que hacemos habitualmente en las aulas, y la puesta en práctica de esos conocimientos, tratando de trasladar, aunque solo sea por unos días, las aulas a las dehesas, campos y pueblos de Extremadura, y cambiar los pupitres y ordenadores por la bici de montaña, explica López. Todo ello, intentando reinventar una nueva trashumancia cultural que acerque a nuestro alumnado a lo que significó histórica y culturalmente esta actividad para nuestra tierra, pero bajo una perspectiva distinta, la de recuperar nuestras vías pecuarias como itinerarios culturales y de ocio y procurar que los pueblos por los que históricamente pasaban estas rutas vuelvan a sentir de nuevo ese tránsito al que tan habituados estuvieron.
Esa es la base de esta iniciativa que, además, también se contempla como una herramienta para transmitir al alumnado valores como: el respeto, el compañerismo, el esfuerzo, la igualdad de género y el afán de superación. Estamos seguros de que la apuesta que hacemos merece la pena, ya que cuando acabamos nuestra ruta traemos de vuelta a casa a unos zagales más maduros, más humanos y más conscientes de la belleza e importancia del patrimonio cultural y natural de su propia tierra, destacan sus coordinadores
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