Los jerezanos cumplen con la tradición de adquirir el ‘cordón de San Blas’ en la festividad del Santo

Como es tradición en Jerez de los Caballeros, el templo visigodo de Santa María de la Encarnación, ha acogido este viernes, 3 de febrero, la venta del cordón de San Blas, una bonita celebración de la que participan personas de todas las edades, acudiendo a dicha iglesia para adquirir su cordón, confiando en su protección frente a los males de garganta.

La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cuyos orígenes se vinculan a la antigua Cofradía de San Blas, está al frente de esta cita que coincidiendo con la festividad de este Santo, pone de relieve su vida y el milagro que obró al salvar a un niño al que se le había trabado una espina de pescado en la garganta, de ahí su solicitada protección. Cada 3 de febrero, la iglesia de Santa María se llena de vecinos y también de grupos de escolares que, a través de la acción de los centros educativos de la localidad, se acercan y participan de esta tradición. El párroco de Jerez, Antonio María Rejano, les ha dado a conocer la figura de San Blas, médico que llegó a ser obispo de Sebaste, y su identificación con el color rojo como símbolo de su martirio. La imagen de San Blas ocupa en esta fecha un lugar destacado ante el Altar Mayor, junto a la Virgen de la Encarnación que ayer presidió, en el mismo templo, la celebración de la festividad de la Candelaria. En la misma tuvo lugar la presentación de los niños nacidos en el año 2016 a la Virgen y la bendición de los cordones de San Blas.

Son miles los cordones que se ponen a la venta, de muy distintos colores, para satisfacer todas las preferencias, especialmente vinculadas con el color que identifica a cada una de las cofradías y hermandades jerezanas. Junto al color rojo, uno de los más demandados es el morado, propio de la citada Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Los cordones se mantienen a la venta todo el año, en la casa de María Escobar, junto a la propia iglesia de Santa María, siendo muchos los jerezanos que viven fuera, los que aprovechan sus vacaciones, en Semana Santa o en el verano, para hacerse con uno de ellos.