Un voluntario de Cruz Roja entrega una mascarilla en un autobús urbano de Badajoz esta semana. Casimiro Moreno.

«La mascarilla no exime de lavarnos las manos y guardar las distancias»

Cada vez más personas llevan esta protección que es solo una barrera más frente al virus, según explica la doctora María Jesús López

Rocío Romero

Badajoz

Domingo, 19 de abril 2020, 11:53

Acaba la semana de las mascarillas. La recuperación parcial de la actividad laboral trajo consigo el reparto de 238.000 mascarillas higiénicas para que los empleados las usaran en el camino a su centro de trabajo.

Se parecen a las quirúrgicas de toda la vida, pero el material es distinto y la capacidad de filtrado también. Solo están recomendadas para adultos que no anden por entornos sanitarios. Su duración es de cuatro horas y no se pueden lavar. Una vez retirada, con mucho cuidado de no tocar la parte delantera ni la cara, deben ir a la basura.

Desde el SES avisan: «Las mascarillas son una barrera más, pero no eximen del lavado de manos ni de la distancia social que debemos guardar» para evitar el contagio.

La Organización mundial de la Salud (OMS) continúa diciendo que las personas sanas solo deben usarlas si creen estar en contacto con alguien contagiado. También si usted tiene tos o estornuda, aunque no le hayan hecho el test de la enfermedad.

A pesar de que la OMS aún no pide un uso generalizado, cada vez se ven más por las calles. Y también de más tipos distintos.

Se ven las de protección individual reguladas por el Ministerio de Industria para trabajos en los que se necesita esta protección. Son las conocidas como FFP y las hay de nivel 1, 2 y 3. El personal sanitario también las lleva y en su caso las recomendables son a partir del nivel 2, que filtran el 92% de las partículas como mínimo. Las hay con válvulas, que son más cómodas. «Pero estas nunca las debe llevar alguien que pueda estar enfermo porque al exhalar expulsa el aire de la mascarilla y con ese aire el virus», explica María Jesús López. Ella cree que estas se deben limitar a los trabajadores que las necesiten y al personal sanitario que está en contacto con los enfermos.

Pero el cambio está sobre la mesa. Hace un mes y medio las autoridades decían que estas protecciones no eran necesarias. Y esta semana han comenzado su reparto.

Desde el SES indican que el cambio de criterio se debe a que ahora está comprobada la «circulación comunitaria del virus» y que el Ministerio las ha recomendado como una barrera más de protección.

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Pero lo más importante, insiste la médico preventista María Jesús López, es que uno se lave las manos de forma constante y no se acerque demasiado a otras personas.

Hay distintas indicaciones sobre el espacio de seguridad. El Ministerio recomienda dos metros y la OMS un metro. Así que el SES ha determinado que lo prudente es un mínimo de 1,6 metros, lo que equivale a ocho pasos. Y ese espacio se debe respetar en el trabajo, en la calle o en la compra. En todos lados. El motivo es que está comprobado que las gotas en las que viaja el virus llegan hasta un metro de distancia. «La mascarilla puede funcionar en aquellos casos en los que esa distancia social se acorta», añade María Jesús López.

Por eso lo ideal es que se la pongan todos aquellos que crean que en algún momento pueden estar más cerca de lo debido de otra persona.

María Jesús López. HOY.

El futuro

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De momento no está decidido ni recomendado, pero esta médico reconoce que «cuando vayamos a salir todos a la calle será más difícil mantener el distanciamiento social, por lo que ayudará».

Sea por el reparto gratuito de mascarillas o no, lo cierto es que su uso está cada vez más extendido. Entre otros motivos por las informaciones que apuntan a la posible existencia de muchos asintomáticos que temen extender la enfermedad. Y porque puede haber también una crisis emocional que discurra paralela a la sanitaria. El miedo es libre y la mascarilla puede hacer que el ciudadano se sienta más protegido. Es lo que vino a decir el domingo pasado el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, al ser preguntado por las dudas que surgen sobre si su uso debe ser generalizado. Él mismo se puso como ejemplo. Al principio no la usaba, pero un día de camino a la compra alguien le dijo que se la pusiera y se la colocó. El presidente del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz, Cecilio Venegas, sin embargo, presenció el lunes el reparto gratuito de mascarillas con la cara libre. Estaba convencido de que no la necesitaba. Se encuentra bien, no tiene síntomas y en la calle no las considera indispensables si se guarda una distancia prudente. Otra cosa es en las farmacias, que son establecimientos sanitarios, y en la suya sí la lleva.

El ofrecimiento de Venegas en esta crisis consiste en que los ciudadanos recojan estas protecciones con sus tarjetas sanitarias en las boticas. De momento no hay nada decidido, pero el Gobierno ha asegurado estos días que el abastecimiento de mascarillas volverá a las oficinas de farmacia la próxima semana, aunque en el sector hay dudas sobre este plazo. Se han comprometido a activar su fabricación en España y a controlar los precios, que se habían disparado en las últimas semanas debido a la escasez de esta mercancía.

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«Las hechas en casa dan una falsa sensación de seguridad»

«Las mascarillas hechas en casa son una barrera, pero no protegen al cien por cien». Lo dice María Jesús López, médico preventista del SES.

Lo explica con datos. El virus viaja en las gotas de estornudos o tos mayores de cinco micras. Esto es una gota muy pequeñita que puede colarse en la mayor parte de los tejidos.

Con las mascarillas higiénicas, el Ministerio ha creado una nueva normativa para asegurar un filtrado mínimo. «La tela debe tener un poro muy pequeño para no dejar escapar la gota de 0,5 micras y no suele ser así en las telas que tenemos en casa», explica. «Como mucho si estornudas, se queda con las gotillas, pero no protege de nada porque no llevan filtro. Eso y nada es lo mismo. Es una falsa seguridad», explica.

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Por la calle también se ve a algunas personas con pañuelos enrollados en la cara desde la nariz hacia abajo. «Si soy enfermo no evito transmitir el virus. Si no lo tengo a lo mejor si pasa uno al lado me puede proteger mínimamente. Pero no nos engañemos, no nos protege».

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