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Cientos de personas se concentraron anoche a cada tramo del recorrido del Viacrucis que realiza la Hermandad de Penitentes del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, para acompañar en silencio el rosario de cruces que describe esta procesión singular en la que aparecen integrados, como expresión máxima de la penitencia, los empalaos.
La ciudad de las torres, la ciudad templaria, volvió a ofrecer el marco perfecto para esta vivencia íntima que custodia tantas razones. Su contemplación fue especial en calles plenas de tipismo, de fachadas blancas sobre las que destacaban las pequeñas cruces de madera, señalando el itinerario. Rincones plenos de encanto, encrucijadas que abrigaron el sacrificio y la oración de los varios cientos de penitentes y mujeres con velas encendidas que participaron en esta estación de penitencia con el Santísimo Cristo de la Vera Cruz como referente. Su espera en el entorno de la iglesia de San Miguel, con tantas cruces enmarcando la escena y los sonidos del Trío 'Prima Luce', marcó el momento culmen.
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