

Disculpas por el destrozo al patrimonio histórico y arqueológico y colaboración para intentar repararlo. Ignacio Bernaldo de Quirós, dueño de la finca en la que se ha destruido casi por completola ermita de Santa María de Brovales, en Jerez, y dañado un yacimiento romano, se dirige al Ayuntamiento y a la Junta. Ofrece su ayuda no solo para reconstruir el inmueble arrasado sino para «revitalizar» el entorno. El asunto está en manos de la Guardia Civil al recibirse varias denuncias.
De origen visigodo, el esplendor de la ermita de Santa María de Brovales vino con los templarios y la Edad Media. Aunque parte estaba en ruinas, mantenía una estructura aceptable y es un bien público protegido. Está incluida en el catálogo municipal de inmuebles de valor artístico y arquitectónico situados fuera del casco histórico de Jerez como un edificio singular de interés prioritario», protegido por la Ley de Patrimonio de Extremadura.
El dueño de la finca Santa María de Brovales es una sociedad agroganadera, Las Veranas. Su propietario está vinculado con la aristocracia. El administrador de Las Veranas era Francisco Bernaldo de Quirós y Fernández de Córdova, vigésimo marqués de Bacares y vigésimo tercer conde de la Puebla. Hace cinco meses tomó el relevo su hijo Ignacio José Bernaldo de Quirós Loring.
HOY contactó con Bernaldo de Quirós el pasado 25 e indicó a este diario que tenía previsto dirigirse a la alcaldesa jerezana, Virginia Borrallo. Así ha sido.
A través de un correo electrónico se ratifica en lo dicho a este diario. «En ningún momento se ha actuado de mala fe», enfatiza, tras anticipar que se siente «terriblemente consternado por los hechos (...). Mi familia tiene lazos históricos y profundos con Jerez y siempre hemos querido lo mejor para un pueblo al que pertenecemos», señala en el escrito al que ha tenido acceso este periódico.
Pagar lo necesario
Sobre la ermita, explica que durante los últimos años «hemos ido observando como la estructura sufría cada vez y nos preocupaba seriamente que alguien pudiera tener un accidente dada la precaria situación en la que se encontraba». Justifica que las «labores que se llevaron a cabo» en Santa María de Brovales eran para «preservar la seguridad de los trabajadores y visitantes que pudieran acercarse a la zona. No había más allá otro interés. Desgraciadamente, a la vista está, el resultado no ha sido el deseado».
El Ayuntamiento sospecha que las labores a las que se refiere eran para un cerramiento ganadero para el que, por cierto, no se había solicitado permiso municipal.
Bernaldo de Quirós pide disculpas a Borrallo y a los vecinos y traslada «por escrito mi voluntad inquebrantable de ponernos a su disposición y a la de la Junta y sus expertos en las labores de reconstrucción de la ermita». Además de reconstruir el inmueble, se compromete a «reparar todas aquellas zonas que se encuentren en mal estado y revitalizar el monumento para disfrute» de los jerezanos. Los arqueólogos inciden en que no solo se ha casi destruido la ermita sino que también está afectado el yacimiento romano existente.
«Queremos ayudar en convertir una desgracia como esta en algo positivo y para ello pondremos toda la mano de obra y los medios que sean necesarios», se remata en el escrito.
El dueño de la finca pide a la alcaldesa una reunión urgente para «comenzar lo antes posible la labor de reconstrucción».
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