
Ni discursos, ni público, ni espectáculo. El acto institucional del Día de Extremadura de 2020 ha estado condicionado por la pandemia del coronavirus tanto por el contenido, un emotivo homenaje a las víctimas de la covid-19, como por las formas, con la aplicación de medidas de prevención que han deslucido lo que otros años era una fiesta.
El patio de los naranjos de la Asamblea de Extremadura, en lugar del Teatro Romano de Mérida, ha acogido una celebración con limitación de aforo, distancias y reducida a la mínima expresión. Ni siquiera los galardonados, colectivos destacados en la lucha contra la pandemia, han podido agradecer la entrega de la Medalla de Extremadura, la máxima distinción de la comunidad.
Pese a las limitaciones, el acto ha permitido ofrecer un sincero homenaje a quienes han perdido la vida por una pandemia que aún no ha terminado. Dos niños de 7 años, Carla y Rodrigo, han sido los encargados de descubrir un monolito elaborado por los hermanos Pérez Vinagre, de Terracota Mérida, que simboliza la unión del pueblo frente a las adversidades. Una pieza de arte que se sumará a la colección permanente de la Asamblea.
A continuación, se ha dado paso a la concesión de los galardones, para lo que se ha contado con representantes de los servicios esenciales. En primer lugar, Ángel Pacheco, presidente de Cooperativas Agroalimentarias, ha entregado la Medalla a Francisco Buenavista, presidente de la Federación de Municipios y Provincias de Extremadura. Con este premio se distingue a los ayuntamientos de la región por sus labores de desinfección, control de movilidad, mantenimiento de servicios básicos y atención a los más vulnerables.
Alicia Cosma, voluntaria de Cruz Roja, ha entregado la distinción a Carlos Martín, médico, y Azahara Antúnez, auxiliar de enfermería. Representan al personal sanitario y sociosanitario, por su labor de servicio público, sacrificio y esfuerzo, en ocasiones poniendo en riesgo su propia salud.
La Red de servicio civil de Cáceres ante el coronavirus (Redcor) se puso en marcha el 17 de marzo para ayudar en tareas como hacer la compra, acompañamiento telefónico, dar clases a distancia o felicitar a niños en su cumpleaños. Su coordinador, David González, recibió de manos de Ángela Aguilar, limpiadora, un premio que llega a más de mil voluntarios.
Agricultores y ganaderos, trabajadores de puntos de venta, gestores administrativos y financieros, limpiadoras, transportistas... Los llamados servicios esenciales han sostenido con su labor a quienes debían quedarse en casa. En su nombre, Manuel Amadeo González, trabajador de un supermercado, ha recibido la Medalla de manos de María Jesús Lianes, agente de Policía Nacional.
Las diputaciones provinciales de Cáceres y Badajoz han amparado a empresas y autónomos, han contribuido a sostener el sector cultural y han realizado, mediante los cuerpos de bomberos, tareas de desinfección. Juan Antonio Ortiz, voluntario del Banco de Alimentos, ha entregado este reconocimiento a Miguel Ángel Gallardo, mandatario de la Diputación pacense, y Carlos Carlos, presidente en funciones de la institución cacereña.
El confinamiento de los menores dejó sin clases a miles de alumnos. La Medalla de Extremadura quiere premiar la labor de los docentes que, liderados por los equipos directivos, supieron adaptar la metodología de enseñanza a las nuevas tecnologías con el objetivo de que ningún estudiante se quedara atrás. Antonio Hidalgo, rector de la Universidad de Extremadura, ha entregado esta distinción a Marcela Dolores González, profesora de Lengua y Literatura recientemente jubilada.
En línea con lo anterior, los niños y niñas de Extremadura han sabido aguantar con resignación tanto las restricciones a la movilidad durante el encierro como las medidas de prevención en la etapa posterior al confinamiento. En su nombre, Jorge Díaz, de 12 años, ha recibido la Medalla de manos del bombero Martín Serván y el cabo primero del ejército Juan Pedro Tejada.
Del mismo modo que Redcor representa a los voluntarios de la provincia de Cáceres, en Badajoz se ha distinguido al Operativo Alpha, un grupo de más de 800 mujeres de 18 localidades que, iniciado en Castuera, llegó a confeccionar 11.500 batas desechables en 39 días. María José Gómez, voluntaria de este colectivo, ha recogido el galardón de manos de Miguel Ángel Polo, de Protección Civil.
Uno de los colectivos más castigados por la covid-19 es el de internos en residencias de mayores. La Medalla de Extremadura reconoce la labor de los trabajadores de estos centros, que han llegado a doblar turnos, renunciar a sus vacaciones e incluso quedarse a vivir en sus puestos de trabajo para evitar riesgos para los ancianos. Martín González, presidente de la cooperativa Servimayor de Losar de la Vera, ha recibido el premio de José Luis López, agente de la Guardia Civil.
Por último, los trabajadores de las instituciones penitenciarias han sido reconocidos por una doble labor, evitar que la pandemia llegara a la población reclusa y aplicar las medidas restrictivas en un colectivo con el que resulta difícil convivir. Javier Rodríguez, funcionario de Prisiones, ha recibido la Medalla de manos de Carmen Santamaría, voluntaria de Cáritas.
El acto ha concluido con dos breves discursos de personas que representan a la sociedad extremeña. Cristina Blasco, enfermera jubilada que no dudó en regresar al trabajo para ayudar en la asistencia sanitaria, ha hecho extensivo el reconocimiento a todos los empleados de centros sanitarios, con especial recuerdo para los profesionales que han perdido la vida por el coronavirus. Asimismo, ha pedido medidas para mitigar la pandemia, incluyendo medios humanos y materiales, reconocimiento económico y apoyo institucional.
Florentino Blázquez, presidente de la Universidad de Mayores, ha hablado en nombre de una generación que ha quedado marcada por el coronavirus y que quiere agradecer su trabajo a todos los colectivos que luchan contra la pandemia. Pero también ha reivindicado mejorar las infraestructuras para la región, reducir la tasa de abandono escolar temprano y combatir la emigración de talento joven, tres cuestiones que considera fundamentales para el desarrollo de Extremadura.
El Cuarteto de cuerda de la Orquesta de Extremadura y Carlos Martos, celador del Hospital San Pedro de Alcántara, junto a Antonio Suárez al piano, han puesto la nota musical a un acto que apenas ha durado una hora pero que quedará para siempre en la memoria de los extremeños.
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