Alfonso Gallardo. HOY.

La extraña sensación de Jerez porque su empresario más veterano no cumpla ya con su ritual diario

Durante muchos años, los jerezanos han visto a Alfonso Gallardo acudir diariamente a las empresas de su Grupo industrial ahora en manos del fondo norteamericano KKR

Jueves, 21 de noviembre 2019

Ha sido el comentario y la sensación inevitable de muchas personas este jueves en Jerez de los Caballeros, tras la noticia que se conocía ayer de que el fondo norteamericano KKR queda como dueño del Grupo Gallardo. Pensar en lo extraño de no ver a su empresario más veterano y genuino, Alfonso Gallardo Díaz, de camino a las oficinas de su Grupo empresarial, junto al cruce de la carretera de Villanueva con la travesía N-435, o hacia Siderúrgica Balboa, esa gran infraestructura que se empeñó en elevar en una tierra de dehesas, carente de unas comunicaciones adecuadas y de las infraestructuras existentes en las zonas industrializadas.

La sensación ha asaltado en primer lugar el ánimo de los propios trabajadores pues como comentaba este jueves en declaraciones a HOY, la presidenta del comité de empresa de Siderúrgica Balboa, Almudena Llorente, aunque asumiendo su rol de empresario, Alfonso Gallardo ha mantenido una relación de cercanía con sus empleados, y hasta de cierto protectorado.

Cuando en el año 2017, el Ayuntamiento de Jerez de los Caballeros le rindió un homenaje, entregándole sendas medallas con la imagen de Vasco Núñez de Balboa, ilustre jerezano descubridor del Océano Pacífico, Alfonso Gallardo quiso aliviarse a sí mismo el peso de los reconocimientos de los que nunca ha sido muy amigo, afirmando que todo lo que ha hecho en su vida ha sido porque le gustaba y añadiendo que quienes realmente merecían el homenaje eran su familia y sus trabajadores.

Esa frase popular de «genio y figura» cobra, en estos momentos, especial significación en el caso de este empresario jerezano de 87 años de edad, porque con un carácter marcado y singular, con una dedicación fuera de lo común y una imagen desafiante ante el paso del tiempo, se ha mantenido perseverante en la preocupación y ocupación en torno al conglomerado empresarial que logró crear, partiendo de cero, y que ha sido su vida.

Ha habido luces y sombras, aciertos y errores, como algunos vecinos expresan, pero se impone el respeto particularmente ahora, y hasta se advierte, escuchando conversaciones entre sus paisanos, la solidaridad por entender que debe resultar doloroso desligarse del proyecto al que se han dedicado tantas energías y seguro ha sido motivo de no poca zozobra.

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Esta periodista recuerda, en los inicios de su profesión, cuando el entonces Príncipe de Asturias, hoy Rey de España, inauguró la Siderúrgica, y aquel hombre menudo y campechano, me respondió a la pregunta que le hice sobre qué le había contado a su alteza durante el recorrido por sus instalaciones. Alfonso Gallardo se pensó la respuesta porque seguramente no le parecía correcto contar lo que finalmente confesó y es cómo en Madrid casi le habían considerado «gilipollas», fue la palabra que utilizó, cuando dio a conocer que quería montar semejante proyecto industrial en el suroeste de Extremadura. Y ahí estaba, lo había logrado.

Nadie puede negar a Alfonso Gallardo su coraje y las ganas de hacer prosperar a su tierra. Siempre ha sabido de donde venía, y siempre ha dado ejemplo de vida sencilla, reiterando en más de una ocasión en esos instantes tensos de reuniones con los representantes de los trabajadores en los conflictos laborales vividos en el Grupo, que él necesitaba muy poco para vivir; así lo cuenta alguno de ellos. Pero ahí ha estado su genio, sin ninguna necesidad, su batalla ha sido diaria.

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Despojado por completo de cualquier halago e incluso de los agradecimientos, su virtud ha sido la de ayudar en silencio. Por esto también la empatía con el industrial jerezano en estos momentos.

Para muchas personas aún no se ha producido un verdadero reconocimiento de su ciudad a Alfonso Gallardo, pero quizás uno de los mejores sea para él, saber que sus paisanos participan con empatía y desde esa sensación de extrañeza, del valor de una dedicación que, eso sí, todo el mundo espera, tenga en la decisión finalmente adoptada, un horizonte de futuro para Jerez de los Caballeros y su comarca.

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