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Imagen del Meandro Melero, en la actualidad.
Los efectos de la sequía dañan Extremadura

Los efectos de la sequía dañan Extremadura

Las pérdidas en el sector agroganadero son millonarias y hay un 23% menos de agua embalsada que la media de la última década. Pero el daño se vislumbra también sobre los enfermos con problemas respiratorios o el recibo de la luz por una caída de la producción hidroeléctrica

celestino J. Vinagre

Domingo, 17 de diciembre 2017, 10:20

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La sequía que golpea a Extremadura ha hecho recuperar la costumbre de plegarias a vírgenes y santos clamando por la lluvia. Es lo que hicieron, por ejemplo, el sábado pasado miles de devotos de la Virgen de Los Remedios en Fregenal de la Sierra, en el suroeste regional. Hace justo cien años, en diciembre de 1917, los frexnenses hicieron lo mismo. Organizaron una procesión extraordinaria de la ermita al pueblo (14 kilómetros de un camino que solo se hace cada 25 años) pidiendo que se acabara la gran sequía de entonces. Al día siguiente en Fregenal cayó una tremenda nevada.

«Con el déficit de lluvias que tenemos tendrían que pasar muchas borrascas Ana (la última que pasó por la región entre el domingo y lunes pasados) para acabar con la sequía antes de final de año. Considerando que dejó unos 22 litros en las estaciones de Badajoz y Cáceres necesitaríamos unas 10 borrascas para cerrar el año sin deficit», sentencia el meteorólogo Manuel Lara.

A expensas de milagros, o simplemente de que el anticiclón de las Azores abandone su enquistada posición de dominio en los últimos meses, la realidad es que las últimas lluvias de este diciembre no han acabado con una realidad tremendamente seca. Los problemas de abastecimiento humano o de agua para regadío se atisban ya ante embalses medio vacíos; las pérdidas se acumulan en el campo; el recibo de la luz se dispara por, entre otros motivos, una menor producción hidroeléctrica, y también hay más problemas de salud por un ambiente que no se limpia a falta de precipitaciones.

Son los efectos más palpables de una sequía evidente. La delegación territorial de la Agencia Estatal de Meteorología pone cifras. Solo en lo que llevamos de meses de otoño el déficit pluviométrico se sitúa entre el 60% y el 80% en la región, variable en función de la zona.

Apunta Lara que, en el caso concreto de los dos municipios más poblados, se sitúa en 89 litros (-66%) menos respecto a la media histórica de lluvia en Badajoz, y hasta 170 litros menos de lo normal (-77%) en Cáceres.

Estos datos hacen que estemos viviendo el segundo peor otoño en mucho tiempo. En Cáceres, desde 1983 hasta ahora y en Badajoz mucho más atrás: desde 1955.

«La situación de sequía que atravesamos es más que evidente y la sociedad no será consciente de ella y de su gravedad hasta que empiecen las restricciones de agua para su consumo», se dice desde Cooperativas Agro-alimentarias de Extremadura, donde se agrupa la inmensa mayoría del movimiento cooperativo extremeño. No hay sector agrario o ganadero que no esté afectado, con el impacto que eso conlleva en nuestra comunidad.

Aunque es complicado cuantificar las pérdidas, se sabe con certeza que Agroseguro va a pagar en indemnizaciones casi 40 millones a agricultores y ganaderos extremeños por distintas producciones aseguradas. Agroseguro calificó en octubre la situación como de extrema sequía en todas las comarcas extremeñas para evaluar las pólizas suscritas de compensación por pérdidas de pastos.

Estado de los embalses

El otro gran aspecto a analizar de la sequía es el estado de los embalses y los usos del agua para la agricultura, la producción hidroeléctrica o el consumo humano. En este último apartado los problemas de suministro se han evidenciado a partir de agosto en zonas del norte extremeño, donde hay menos presas que garanticen la disponibilidad de agua. A día de hoy todavía en Talaveruela de la Vera (330 vecinos) el agua llega a través de camiones cisternas.

Las presas, además, han visto como han caído su nivel porque en algunos casos, como en el del embalse de Villalba, se ha debido soltar agua para que España cumpla con Portugal el compromiso de los caudales mínimos establecidos en el Convenio de Albufeira para las cuencas de ríos hispanolusos. Se firmó en 1998 para garantizar los caudales mínimos en el Miño, Limia, Duero, Tajo y Guadiana.

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